VERDADERO AMOR






Hace ya algún tiempo me sentía rota, literal: no quería levantarme de la cama, las lágrimas podían salir en cualquier momento sin aviso previo, no podía concentrarme en nada, los días pasaban tan lentos y me arrepentía tanto de no haber tomado en cuenta a Dios para mi mala decisión que causó ese dolor. Sí, sí estás pensando bien, le fallé horrible a Dios. Con todo y mi vergüenza me acerqué a él, sin más que decir; recordando una y otra vez cómo él me había hablado y yo lo rechacé, cómo él me había dicho lo que tenía que hacer y yo decidí dejarme llevar por mis sentimientos. ¿Sabes cuál fue su respuesta? “Susan tranquila, yo fui por ti. Tu decidiste alejarte de mí, y yo fui por ti”, llorando sentí su amor tan profundo, el cual no lo merecía para NADA. Él me cargó en sus brazos de nuevo, vendó mis heridas,  me ayudó a sonreír y a seguir adelante. Sí, aún cuando yo le fallé.

¿Has sentido alguna vez el amor de Dios? Él corazón te explota, quedas asombrada y sin palabras porque sabes que no lo mereces; su amor pisotea tus debilidades en tu cara y te llena de valor. Algunas saben de lo que hablo.

Desde ese suceso en mi vida, Dios me ha hablado acerca de que así como él me amó, yo debo amar a las personas que me han fallado. Si tú has sentido el amor de Dios, sabrás que él también te pide lo mismo.

Pero desgraciadamente hoy en día hay un concepto tan falso y vacío de “amor”. Le llamamos “amor” a sentir bonito o a dejarnos asombrar por las virtudes de las personas; renunciamos cuando “la cosa se pone difícil” con alguien. Pero el amor es algo más profundo:  lo da todo,  hace pedazos los celos, no trata de llamar la atención o de impresionar, echa a la basura el orgullo, se muestra amable con las personas que nos sacan de nuestras casillas, no exige que las cosas se hagan nuestra manera, borra cada ofensa recibida… (1 Corintios 13).

¿Sabías que Dios nos creó con una necesidad de socializar? La ciencia ha comprobado que el aislamiento total produce un desajuste en las conexiones eléctricas de nuestras neuronas generando alucinaciones. A pesar de ello, muchas podemos socializar y al mismo tiempo sentirnos completamente vacías; es porque no estamos conectados con las personas. Muchos han decidido salir de su recamara con una armadura puesta en el corazón que les permite estar presentes, pero al mismo tiempo aislados para no recibir más heridas; esa misma armadura que no te permite conectar con los demás será la misma que no te permitirá sentir las caricias inexplicables del amor; porque conectar con los demás, es AMAR; y tú necesitas conectar.

Amar vale la pena.

¿Sabes? Estoy cansada de vivir “amando” vacíamente, quiero ser una amante así como Jesús lo fue cuando vino a este mundo. Hagamos una revolución en nuestra ciudad levantándonos con actos valientes de amor: amando aún en los errores, besando las heridas que el pecado ha producido en las personas, saludándole a la gente que habla mal de nosotras a nuestras espaldas aún cuando son mentiras, orando por aquellos que quieren ver nuestro fracaso, charlando con los que nos agotan la paciencia, perdonando aún cuanto te han roto el corazón. Ya basta ¡Prohibámonos hablar o tratar mal a alguien! Conectemos de verdad.

El mundo necesita amantes, como tú.

Amemos hasta que digamos lo que Jesús exclamó en esa Cruz <Señor, perdónalos…> Lucas 23:24. Él estaba pidiendo que esos pecados en contra de él no les fueran tomados en cuenta.

El verdadero amor duele, pero da vida. Y recuerda <…el amor de Dios ha sido derramado en tu corazón…>, Romanos 5:5.

¡Levántate, mujer!  Que eso es ser un verdadero seguidor de Jesucristo.

Con toda mi valentía y amor, Sus Azareel.

XOXO

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