ARTE Y DESASTRE
Lucas
7: 36-50 ; 2 Corintios 12:9-12
¡Me
encanta el arte! No puedo decir que soy fan automáticamente de todo lo que se
le denomina arte(porque hay de arte a arte…) pero si me gusta mucho seguir e
inspirarme con el trabajo de diferentes artistas, sobre todo pintores e
ilustradores. Hace no mucho tiempo me topé con un arte japonés que atrajo mucho
mi atención llamado “Kintsugi”.
Este
tipo de arte consiste en reparar cerámica rota y rellenar las grietas con oro;
así, en lugar de ocultar sus defectos, éstos se acentúan y la parte más débil
de la pieza se convierte en lo más bello y valioso. Este arte toma la
imperfección y la redime. No pretende esconderla, ignorarla o fingir que no se
quebró. Sino todo lo contrario.
Hay
una historia de una mujer en la Biblia la cual me recuerda mucho a estas
vasijas rotas siendo restauradas. Es la de la mujer que llega a la casa de
Simón el fariseo buscando a Jesús para ofrecerle un frasco lleno con perfume.
La
historia cuenta que un fariseo rogó a Jesús que fuera a comer con él a su casa,
sin embargo, parece que los planes de Simón fueron arruinados por una mujer que
llegó de imprudente buscando a Jesús. El fariseo despreció las acciones de esta
mujer porque más adelante en la historia nos encontramos con una parte en la
que Simón se dice a sí mismo que si Jesús realmente hubiera sido un profeta Él
sabría que “tipo” de mujer estaba ahí con ellos. La historia no nos dice cómo se llamaba esta
mujer, pero si menciona más de una vez que era una pecadora.
El
autor nos está haciendo saber que era una mujer pecadora, Simón al parecer
sabía muy bien que era una pecadora y estoy segura que ella también estaba muy
consciente también que era una pecadora. Jesús también lo sabía, pero no era
algo que lo asustó o le hizo rechazarla. Jesús fue conmovido por el corazón de
esta mujer que no pretendió esconder su debilidad, su quebranto ni sus áreas
rotas, sino que fue corriendo hacia El en busca de perdón. Ella sabía y era
consciente de lo mucho que se le había
perdonado y que necesitaba gracia sobre gracia, a diferencia de Simón el cual
tristemente creyó que era mucho menos pecador que la mujer.
Yo
he estado en ambos papeles si te soy honesta. Hay días en los cuales recuerdo
cuán imperfecta soy y me encuentro con un corazón roto delante de Dios siendo
consciente de mi necesidad de su gracia, pero hay otros en los cuales se me
olvida y creo que soy “mucho menos pecadora” que la que está a lado de mi. Y
cada que pasa eso, mi orgullo me evita de conectar con los que han fallado. Que
difícil es arrepentirnos cuando nos
creemos tan buenas ¿verdad?
Todas
seguimos siendo obras en proceso. Vasijas rotas restauradas por el amor y la
gracia del Padre. Necesito recordar que mi estado de necesidad, mi debilidad,
imperfección o pecado no debería hacer que corra de Jesús sino hacia El, porque
precisamente ese corazón humilde es lo
que me posiciona para recibir de Su gracia y que El sea glorificado en mi vida.
La humildad y la honestidad me mantendrán con los pies en la tierra, pero sobre
todo sensible y compasiva al dolor y los errores de otros. Tengo que recordar
soy arte con un valor incalculable; el precio de la sangre de Jesús. Pero
también desastre y estoy bien con eso,
porque cuando soy débil entonces soy fuerte y Su poder puede actuar a
través de mi.
Con cariño, Andrea
M
XOXO



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